Sor Leonor vivió en Córdoba de 1868 al año 1900.
“Llegamos a Córdoba y me sucedió una cosa rara con las campanas del convento de los frailes. Entre tantas campanas que oí, cuando oí las de ellos, sentí en mi corazón tal consuelo y dulzura, que le pregunté a mi prima en cuya casa paré yo, que si eran las campanas de Santo Domingo y me contestó que sí.
El día del Sagrado Corazón de Jesús, me entregó el Sr. Obispo Don José Vicente Ramírez de Arellano, la licencia para que en ese día me abrieran las puertas del Monasterio Santa Catalina. La Divina Providencia quiso hacerme esta misericordia en este día, para que me acordase que se cumplía aquella promesa que me hizo la Santísima Virgen, dándome para mayor seguridad de que sería religiosa, el Corazón de su Divino Hijo.
Este recuerdo me vino en el momento que el Obispo me entregó la licencia. Me di prisa en salir para no llorar delante de él. Cuando entré a la Iglesia de Santo Domingo, me acordé de todos los favores que de Nuestro Padre había recibido, y al comprobar aquel día que todos mis deseos se habían cumplido, me vino un torrente de lágrimas tan grande, que no podía contenerme…” (Memorias de sor Leonor ).