Las Amistades de Sor Leonor

20.07.2020. Por Mons. José María Arancibia.

Los que conocieron de cerca a sor Leonor de Santa María OP, cuentan que era muy amiga del silencio y de la soledad. Y ella misma dice -de manera un poco extraña- que era “amiga de la muerte”; así recuerda que, siendo joven, le gustaba ayudar a personas enfermas de gravedad, a quienes ofrecía tiernas palabras de consuelo y las preparaba para recibir los sacramentos.

Pero ¿tuvo amigos de verdad? En sus memorias menciona con afecto a varias amigas suyas, con las que compartió momentos tanto agradables como difíciles, mientras vivía en San Juan. Nunca anota sus nombres, pero menciona entre ellas a las sobrinas del padre dominico Laurencio Torres y a la hermana de su cuñado Agustín Herrera (Autobiografía 33 y 48). Por entonces estaba ella entre los 19 y los 26 años. Con estas buenas amigas compartía lecturas espirituales y participaba en los sacramentos de confesión y comunión; y como ella  misma escribe “yo las estimulaba y convidaba para que lo hiciéramos” (37).

En ese tiempo no era bien visto que una muchacha anduviera sola, y esas amigas la acompañaban por las mañanas para ir a la iglesia y recibir la sagrada comunión; de esa forma no inquietaba a su padre, con quien vivía (59). En dichas amigas encontraba también la compañía para atender a los enfermos, que tanta compasión despertaban en su corazón. En un párrafo bien interesante anota: “Yo tenía una amiga que era viuda, muy sierva de Dios, y me quería mucho y me hacía buena compañía en las obras buenas; nos convidábamos para visitar a este enfermo, y entre otras amigas, le juntábamos una limosna y se la llevábamos” (65).

Amiga y pariente 

Al descubrir el llamado de Dios para retirarse al convento, tomó cierta distancia de la sociedad y realizaba menos visitas; aunque -como ella confiesa- no se apartó por completo de la gente, ya que la buscaban para encomendarse a sus oraciones, y ella tampoco quería dejar de ayudarlos. Por eso dice en su escrito personal: “Y nunca tuve más amigos que cuanto me aparté de ellos, con el método de vida que tomé, me atraje las voluntades y respetos de todos sin pretenderlo yo, y de esto me valía para sacarlo que yo quería y deseaba para el bien sus mismas almas” (70-71). En relación con su vocación recuerda asimismo a una amiga y parienta suya, con la cual compartió esta inclinación religiosa, y a quien apoyó con su consejo y oración de intercesión (80).

Amiga de San Juan 

Siendo monja, recuerda haber recibido de una amiga suya de San Juan unos preciosos materiales para bordar el vestido de una imagen del Niño Jesús (118). Durante ese tiempo, ya no menciona lazos de amistad, quizás porque no se llamaba así la relación fraterna entre las monjas, que sin embargo sor Leonor vivió con gran caridad, actitud de servicio y notable tolerancia.

Con Jesús la Virgen María y los Santos, llegó a tener sor Leonor una relación tan cercana, constante y afectiva, que podría considerarse una verdadera amistad, ya que se sentía amada por ellos y a ellos trataba siempre con infinita confianza.

recuerda haber recibido de una amiga suya de San Juan unos preciosos materiales para bordar el vestido de una imagen del Niño Jesús (118).

Sor Leonor: una amiga

Es interesante advertir que cuantos van conociendo e invocando como intercesora a esta Venerable monja dominica, la perciben pronto como alguien muy amigable, por la confianza y familiaridad que les inspira.

Ojalá que cuantos hoy valoran y exaltan la amistad, la puedan engrandecer con espíritu de fe, de caridad sincera y de solidaridad.

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