Esquiú en el corazón del Monasterio Santa Catalina de Siena

En el video Sor María Gracia Priora del Monasterio Santa Catalina de Siena de Córdoba, cuenta en una entrevista con Gustavo Arjona qué significa que Esquiú sea declarado beato y esté camino a la Santidad. Su visita al Monasterio siendo Obispo de Córdoba y lo que significa para ellas las monjas, que sor Leonor de Santa María haya anticipado en un sueño la muerte del Obispo Esquiú. 

La visita del obispo Esquiú al Monasterio Santa Catalina. Por Mons. José María Arancibia.

Era parte del ministerio episcopal, visitar parroquias y comunidades, para promover la vida cristiana de los fieles -como así también de las religiosas- y corregir las faltas cuando fuere necesario. Esquiú dedicó mucho tiempos a estas visitas, y en 1882 estuvo en Santa Catalina con ese objetivo.

En segundo lugar, por lo tanto, se refiere sor Leonor a este hecho en su escrito. El día que murió el obispo, sor Leonor se encuentra con él en uno de sus piadosos sueños. Con admiración, le pide ante todo que ruegue por la comunidad. Y respecto a la visita, intuye que el obispo supo comprender una carta suya, en la que reclamaba su pronta visita. Por último, y aunque había sentido mucha pena por la pérdida de este santo obispo, se quedó tranquila al comprender que Dios estaba complacido de su modo de obrar en esa ocasión.

Estos son los dos párrafos que escribió al respecto (página (158):

“Esto sucedió, el día mismo que murió, que fue jueves, si no estoy olvidada. En la noche se me apareció en sueño y se mostró, parado con suma modestia y humildad. Me miró un rato con mucho agrado, y así me hablaba, pero en lo más íntimo de mi alma. Yo me postré a sus pies, tomándolos con las dos manos y diciéndole con un llanto muy sentido: ¡Alma santa! ¡Tanta falta que nos haces! Ruega por nosotros. Como él miraba por algún espacio, comprendí muy bien lo que me hablaba con su mirada. Me recordaba en primer lugar una cosa que le escribí cuando se determinó la visita[1] a este monasterio. En mi carta[2] le decía: Muy inmerecido padre nuestro, visítenos pronto, pronto, antes de que Dios por mis grandes pecados nos le arrebate de entre nosotras, el día que menos pensemos. Así ha sido. Cinco meses antes de morir, cerró la dichosa, deseada y santa visita.”

“La otra cosa por la que se me mostró agradado, fue para que yo entendiese que mucho habían agradado a Dios las cosas que -para bien nuestro- había yo hecho con él en la visita. Entendí que todo esto me decía con su larga y amable mirada. Me dejó tan consolada y contenta, pero mi corazón quedó dolorido por el tesoro que perdíamos. Comprendí también que su alma no padecía pena ninguna y por esto recibió mi alma un consuelo separado de lo demás. Ya verá que el cuerpo mío duerme, pero el espíritu no.”

[1] El obispo fray Mamerto  Esquiú realizó en abril de 1882 la visita canónica al monasterio Santa Catalina, dejando las recomendaciones más convenientes para ese momento, como era costumbre.

[2] Hasta ahora no ha sido encontrada esta carta que sor Leonor dice haber escrito al obispo Esquiú.

 

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *