Historia y Trayectoria del Monasterio de Santa Catalina de Siena

Historia (Marzo de 1613)

Isora ya conocía por sus tías las historia del monasterio de Santa Catalina de Siena. La ciudad de Córdoba contaba con 40 años de vida, fundada el 6 de julio de 1573, por don Jerónimo Luis de Cabrera, cuando tuvo lugar la fundación del primer Monasterio del país.

Su fundadora, doña Leonor de Tejeda y Mirabal, hija del Capitán Tristán de Tejeda y de doña Leonor Mejía y Mirabal. Estaba casada  con el General Manuel de Fonseca y Contreras y no tuvieron hijos.

Pero Dios puso en sus mentes y corazones, el deseo de perpetuarse espiritualmentte, fundando un Monasterio Dominico Santa Catalina de Siena. Al enviudar, se abocó de lleno a la tarea de la fundación.

Por Cédula del Rey Felipe III de fecha seis de marzo de 1613, ya tenían la debida autorización. Y  se eligió la fecha del 2 de Julio, día en que celebraba la liturgia, la Fiesta de la Visitación de María Santísima a su prima Santa Isabel, para que se efectuara la solemne ceremonia de la fundación, tan anhelada por doña Leonor y por el Señor Obispo, fray Hernando de Trejo y Sanabria.

Éste bendijo los doce hábitos blancos en una ceremonia llena de unción, a la que asistió toda la ciudad ya al final, se entonó el Te Deum. Se encaminaron hacia la puerta de la clausura, ingresando al nuevo monasterio, las monjas que por vez primera entonarán las alabanzas divinas e intercederán por sus hermanos los frailes, los hombres y las mujeres que forjaron los albores de nuestra Patria.

El Monasterio fue canónicamente erigido por Bula del Papa Urbano VIII de fecha quince de julio de 1625, quedando definitivamente organizada la vida de las monjas, según el carisma de Santo Domingo.

El ideal que alienta a todas las monjas, partiendo de doña Leonor de Tejeda, es el mismo: el amor, el encuentro y el diálogo orante con Dios. Ideal que invita a todas las monjas a ponernos en marcha y que da sentido a este caminar nuestro; senda que nos dice cómo hacer de nuestras vidas un continuo acto de amor cuyo influjo llegue, por la gracia divina y por el misterio de la comunión de los santos, a toda la humanidad

Unidas en una sola alma y en un solo corazón, decimos con Santa Catalina:
“Derrama, Señor, mi corazón, sobre la faz de la Iglesia…”

Monasterios dominicos de Argentina 

1745. Monasterio Santa Catalina. Buenos Aires.

1967. Monasterio San Alberto Magno. (Lavalle. Corrientes)

1970. Monasterio Nuestra Señora del Rosario. Mendoza.

1979. Monasterio Inmaculada del Valle. Catamarca

1980. Monasterio Madre de Dios. Añatuya (Santiago del Estero).

1990. Monasterio Inmaculada Concepción. Concepción Tucumán.


Santa Catalina de Siena

Catalina Benincasa, conocida como Santa Catalina de Siena O.P., nació en Siena (Italia) el 25 de marzo de 1347.

Por inspiración divina, a los siete años ofreció a Dios su virginidad y ya en 1363, superada la oposición de la familia, inicia la vida como laica dominica en la Fraternidad Seglar de Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, dedicadas con gran austeridad a la oración, penitencia y ayunos.

Vive en su propia casa una vida de sacrificio hasta el año 1370: A los veintitrés años, en una visión de su esposo celestial, recibe la misión de dedicarse a la vida de apostolado.

Su misión fue eficacísima en la reforma de la Iglesia, dividida por el cisma, y en la reforma de la Orden de Predicadores, apoyando la obra del Beato Raimundo de Capua. La familia dominicana la considera como su madre.

Catalina muere en Roma el 29 de abril de 1380, a la edad de treinta y tres años. Pío II la canoniza en 1461, y el cuatro de noviembre de 1970 es declarada Doctora de la Iglesia por Pablo VI. Su magisterio carismático es un don de Dios a la Iglesia y a la humanidad. Fue sepultada en la basílica dominicana de Santa María sopra Minerva.

Catalina actual

El mensaje de Catalina hoy, es de indudable actualidad. No sólo porque la sociedad y la Iglesia atraviesan una crisis de desmoronamiento y surgimiento de algo nuevo y diferente, sino porque el hombre de entonces y de ahora tiene, en sus manos y en su propia vida, la clave para hacer frente a las adversidades, para asumir su historia, y para llegar a la Felicidad a la que es convocado. De ahí que podamos enumerar, brevemente algunos ámbitos en los que la doctrina de Catalina recobra hoy actualidad práctica:

Catalina grita con su vida

Catalina grita con su vida, que la transformación de las estructuras tiene su origen en lo profundo del corazón del hombre. Si las iniciativas no nacen de éste, y éste purificado del egoísmo, no es posible la armonía y la convivencia.

La vida de fe y la experiencia de Dios, exigen del creyente un compromiso por la justicia y la paz. No es posible ser creyente y permanecer indiferente ante la sociedad y el sufrimiento de los hombres y mujeres: El Dios del éxodo que oía los clamores de su pueblo y no podía soportarlos, sigue manifestándose en aquellos hombres y mujeres que descubren su presencia y se dejan enviar para decir a los que sufren, a los que oprimen,  la humanidad: “Yo soy, me envía…”. Si no hay urgencia por redimir, por aliviar, por unir, no hay vida en Dios.

Catalina en lo esencial 

Es hora de vivir de lo esencial: si hay un viejo sistema que está cayendo, si las estructuras están agonizando, hay que dejar que caigan y mueran, si han de morir y desaparecer, con tal que todos nos comprometamos a construir algo nuevo pero desde dentro; desde la real experiencia de conocimiento de nosotros mismos y de Dios, donde el otro, la persona, no nos puede resultar indiferente.

Promotora de la Paz

Cuando los conflictos mundiales ya no nos sorprenden, porque la seguridad no existe y medio planeta está en guerra, la figura de Catalina emerge invitándonos a conjugar los movimientos de nuestra vida y corazón, sabiendo que la paz, nace de un compromiso insobornable por la justicia y la verdad. Es urgente combinar: Compasión y misericordia, de las que nace la auténtica denuncia de la inmoralidad y a partir de la cual es posible erradicar la violencia que nace del desamor y del egoísmo.

La paz auténtica, nace, para Catalina, del corazón reconciliado, que no se avergüenza de vivir, obrar e invocar el nombre de Dios, pero no para hacer la guerra, sino para llamar a la conversión, reconciliando primero al hombre consigo mismo y con Dios, y luego a Dios con la humanidad: De la vida en Dios, no es posible que surja ningún deseo de venganza, de violencia ni desamor.

Catalina y la mujer

Estamos en un momento histórico en el que es indiscutible el rol de la mujer, y en el que ésta va recuperando una serie de derechos que históricamente le fueron arrebatados; aunque a lo largo de la historia hubo algunas, que, a pesar de los condicionamientos históricos, se abrieron camino y son para las mujeres y para la sociedad un referente, y ¿por qué no? un modelo a imitar.

Viendo el influjo de Catalina, y pensando en nuestra la Iglesia, que es madre, llegamos a la conclusión que no puede verse privada de lo femenino, de la presencia de la mujer en los ámbitos de decisión, de consulta, de gobierno; en la cátedra, en las relaciones diplomáticas, etc. porque por naturaleza ella está llamada a llenar de ternura y de cercanía esos ámbitos, -que de por sí son fríos y/o formales- que sirven para acercarse al corazón del hombre, para comprender, perdonar, acoger.

Es tiempo de devolver a la Iglesia su auténtico rostro de esposa y de madre, y de no dejar a la sociedad privada de los valores auténticamente femeninos: La intuición, la capacidad de escucha y de sufrimiento, la perseverancia, la comprensión……ayudarán a dar respuestas a los problemas concretos del hombre de hoy, y seguramente será un buen paso para suavizar actitudes de condena, de inflexibilidad, de excesiva dureza.

Catalina es luz

En esto también Catalina, fue una precursora, que puede arrojar mucha luz para ayudarnos a descubrir nuevos caminos de realización. Basta ver su actuación, para darnos cuenta que hay muchos ámbitos que, entonces como ahora, pueden ser enriquecidos con la presencia activa de la mujer

Catalina hizo oír  su voz enérgica y grave, y fue escuchada y también ignorada, pero no por eso dejó de: negociar, exponer, congregar en torno suyo una “familia”, orar, viajar.

1573 – 6 de Julio. El andaluz Don Jerónimo Luis de Cabrera fundó Córdoba de la nueva Andalucía a orillas del Río Suquía. Formaban parte de la expedición Hernán Mejía Mirabal y Tristán de Doña Leonor de Tejeda fundadora del monasterio Santa Catalina.

1574 Del matrimonio de Tristán de Tejeda y doña Leonor Mejía, nacen varios hijos. La primogénita, Leonor de Tejeda, contrajo matrimonio con Manuel de Fonseca. Juntos abrazaron el deseo de

1577. La ciudad se trasladó al emplazamiento actual y se trazó el primer plano. Se consagró el sitio que iba a ocupar la Iglesia Catedral.

1610. Los Jesuitas fundaron el colegio máximo, base de la Universidad actual.

1613. 2 de Julio. Luego de la muerte de Manuel de Fonseca, Doña Leonor de Tejeda decidió cerrar su hogar ubicado sobre la actual calle Rivera Indarte (entre 9 de julio y Avenida Colón) para convertirlo en monasterio de clausura. Se fundó bajo la autorización del obispo del Tucumán Fray Fernando de Trejo y Sanabria, franciscano.

1622. Se produjo una de las más grandes inundaciones del Arroyo La Cañada y como consecuencia el monasterio quedó casi en ruinas.

1625. Se aprobaron finalmente las constituciones de Santo Domingo de Guzmán para regir el monasterio, que hasta ese momento se regían por reglas tercianas (Papa Urbano XIII), adaptadas en algunos puntos.

1628. Se fundó el Monasterio de Las Carmelitas descalzas de San José por Juan de Tejeda, hermano de doña Leonor, quién ingreso al convento como priora.

1637. Leonor de Tejeda regresó a su monasterio, fue elegida Priora por segunda vez, pero rechazó la elección y recién aceptó en el tercer mandato por pedido del Obispo.

1639. El monasterio se trasladó a su ubicación actual adquiriendo el solar a Don Pedro Luis de Cabrera hijo del fundador.