Lema

Amar, Confiar e Interceder

AMAR

Llamadas a amar al Señor por sobre todo y a nuestro prójimo, amamos a todos y en él a nuestros hermanos.

Porque desde su experiencia personal ella descubrió el “amor de Dios”, cuya iniciativa divina es un don, un regalo inmerecido. De aquí su humildad y de aquí brotó irremediablemente y como por desborde la caridad hacia el prójimo, un amor difusivo (como dice Sto Tomás), que se transformó en compasión (nota esencial del carisma dominicano)

CONFIAR

Esperar del Señor todo, porque es nuestro refugio, confiar en Aquel que todo lo puede y dispone todo para el Bien.

Una confianza audaz en Dios, en su Omnipotencia y a la vez en su Misericordia. Un confiar que se hace mirada de fe ante los acontecimientos, en medio de las contrariedades y ante el ambiente desfavorable. Confianza que le hace descubrir el camino de la Providencia en su vida, en su familia, en la Iglesia y que la lanza a una entrega sin medida.

INTERCEDER

Llamadas por Él, a una vocación particular en la Iglesia. La misión de una monjas, buscarle en el silencio, pensar en Él e invocar su nombre.

Sor Leonor, vivió profundamente unida al Señor desde la constante oración de intercesión por la humanidad.

El corazón orante de sor Leonor le habla a Dios de los dolores, anhelos, esperanzas de sus hermanos. Ella supo llevar en el sagrario de su corazón los dolores de sus hermanos y ofrecer a Dios como un incienso su plegaria. Intercesión que se hizo maternal, solicita, delicada, amante.

Amar, confiar e interceder

Son tres palabras que se hicieron experiencia vital en la vida de sor Leonor y que guardan estrecha relación con los lemas de la Orden de Predicadores: “alabar, bendecir, predicar” y con “contemplar y dar a los demás los frutos de la contemplación”.

Toda la vida de Sor Leonor fue una intercesión continua en favor de los pobres, enfermos, tristes y moralmente desvalidos.

Formada en el seno de una familia creyente y con una madre que le aceptaba y apoyaba todas sus iniciativas en favor de sus caridades que ella quería hacer. Desde pequeña fue un apóstol de la caridad, no sólo para remediar la pobreza material sino para consolar a todos los que sufrían. Esto lo hace porque confiaba ciegamente en esa Providencia de Dios en la que se había formado, agregando su piedad especial alimentada con una vida de oración y penitencia que hacía que sus ruegos siempre fueran escuchados. Innumerables son los ejemplos de esa confianza sin límites en la providencia de Dios, y en ese amor especial a San José, Custodio Providente de la Sagrada Familia.

Finalmente el Amor es la raíz y el fin de toda su vida. Por el Amor a Dios y a sus hermanos entrega su vida llene de gozo y esperando refugiarse en el Corazón de su Jesús Amor al que fue atraída desde tierna edad.

Dominicas

En la vida de una monja dominica

Toda la vida de una monja dominica debe estar atravesada por el amor, la confianza y la intercesión. Sor Leonor de Santa María lo vivió de manera heroica ya que ella, amó profundamente. En primer lugar a Dios, e hizo que ese amor se concretizara en su caridad hacia el prójimo, ya sea en su familia, hermanas de comunidad y con todas aquellas personas que padecían alguna necesidad.