Amar, confiar e interceder: son tres palabras que se hicieron experiencia vital en la vida de sor Leonor y que guardan estrecha relación con los lemas de la Orden de Predicadores: “alabar, bendecir, predicar” y con “contemplar y dar a los demás los frutos de la contemplación”.
Toda la vida de Sor Leonor fue una intercesión continua en favor de los pobres, enfermos, tristes y moralmente desvalidos.
Formada en el seno de una familia creyente y con una madre que le aceptaba y apoyaba todas sus iniciativas en favor de sus caridades que ella quería hacer. Desde pequeña fue un apóstol de la caridad, no sólo para remediar la pobreza material sino para consolar a todos los que sufrían. Esto lo hace porque confiaba ciegamente en esa Providencia de Dios en la que se había formado, agregando su piedad especial alimentada con una vida de oración y penitencia que hacía que sus ruegos siempre fueran escuchados. Innumerables son los ejemplos de esa confianza sin límites en la providencia de Dios, y en ese amor especial a San José, Custodio Providente de la Sagrada Familia.
Finalmente el Amor es la raíz y el fin de toda su vida. Por el Amor a Dios y a sus hermanos entrega su vida llene de gozo y esperando refugiarse en el Corazón de su Jesús Amor al que fue atraída desde tierna edad.