Quienes somos y como vivimos
La comunidad actualmente está formada por 14 monjas de las cuales dos están prestando servicio en monasterios de España. Una prestando servicio en Copiapó Linares. Y otra está en etapa de formación inicial, las demás son profesas de votos solemnes.
Las edades de las monjas, van de los 32 a los 86 años, son de diferentes provincias y algunas vienen de Chile. Los diferentes oficios que se prestan en el monasterio son: priora, sub priora, archivera, portera, ropera, despensera, procuradora, sacristana, enfermera, liturgista y cantora. También encargada de la restauración de imágenes y la encuadernación de libros.
Un día de una monja dominica
Comenta sor María Belén.
El día de la monja comienza muy temprano a las 5:30 y la primera oración comunitaria que tenemos es Laudes en la cual alabamos a Dios por el comienzo del nuevo día a las 6:00, luego seguimos en oración personal en el coro y a las 7:00 comienza la Eucaristía. Terminada esta, seguimos en acción de gracias y a las 8:15, rezamos una oración litúrgica llamada Tercia. Seguidamente nos vamos a desayunar y luego tenemos tiempo libre hasta las 9:10 que comenzamos el trabajo, mientras que escuchamos media hora de lectura espiritual, seguida por el rezo de una parte del Rosario.
A las 12:00 se toca la campana del Ángelus y las 12:10, comenzamos el rezo otra hora litúrgica, luego almorzamos y una vez terminado este, tenemos la recreación de aproximadamente una hora. Seguimos con el rezo de otra hora llamada Nona y luego un tiempo de descanso.
Al 15:30 mientras seguimos trabajando, rezamos otra parte del Rosario y luego tres veces a la semana, tenemos ensayo de música. A 17:00 después de la merienda comienza el tiempo de estudio y meditación de la Palabra, hasta las 18:20 en el que nuevamente en comunidad nos reunimos en el coro para primero rezar el Santo Rosario, seguido de oración personal con adoración al Santísimo Sacramento y terminamos con la oración de Vísperas.
Luego de la cena, tenemos nuevamente un tiempo de recreación comunitaria y terminamos el día rezando una oración llamada Completa la cual termina con el canto de la Salve a la Virgen y con un canto a nuestro padre y fundador Santo Domingo de Guzmán
La devoción a la Virgen María
Otro elemento importante de nuestro carisma es la devoción a la Virgen María. Para santo Domingo más que una devoción, fue una gracia, un don que el Cielo le reservó en cuanto fundador de una Orden, para mejor cumplir su misión. Ella, María es la fundadora y la patrona de nuestra Orden, que jugó un papel fundamental en el desarrollo y difusión del Santo Rosario. El Rosario es el Evangelio compendiado, la oración predilecta de la Virgen, que las monjas rezamos en comunidad todos los días.
Veneramos en la Orden a María Santísima como Sede de la Sabiduría, porque nadie como ella ha sabido penetrar los misterios divinos por gracia especial del Espíritu Santo y por el espíritu contemplativo del que estaba llena; por eso es modelo y maestra de las contemplativas, ya que necesitamos del don de la sabiduría para realizar nuestra vocación de monjas orantes dominicas. En nuestra fórmula de profesión le prometemos también obediencia a María Santísima. Durante toda la jornada hacemos presente la mirada materna de María sobre nuestra comunidad, así como también en las fiestas y tiempos litúrgicos dedicados a nuestra Madre.
A los pies de Jesús
A Dios no solamente le hablamos, sino que además- y esto es aún más importante -ponemos nuestro mayor empeño en escuchar lo que Él quiera decirnos. Por ello, la Palabra de Dios tiene un lugar central en nuestras vidas, ya que hemos sido llamadas por Dios Padre para permanecer a los pies de Jesús, a ejemplo de María de Betania, escuchando sus palabras.
Desde el corazón de una Orden que tiene como divisa la Verdad, la Verdad Encarnada, revelada, que es Jesucristo, nuestras Constituciones nos invitan a escrutar la Escritura con corazón ardiente y a aplicarnos al estudio de la misma.
Unidas a la Iglesia

Otra de las notas características de nuestra Orden es el espíritu eclesial: santo Domingo, como hombre de Iglesia, amaba al Cuerpo Místico de Cristo, y fue muy obediente al Papa y a todos los obispos. A sus hijos e hijas, Santo Domingo nos recomendó muy especialmente este amor a la Iglesia. En efecto, en nuestra Orden existió, desde sus comienzos, un profundo espíritu de comunión y de obediencia al Magisterio de la Iglesia, procurando hacer propias las preocupaciones de la Esposa de Cristo, como parte integrante que somos de ella.
Oración y trabajo manual
Siguiendo la tradición monástica de occidente, los monasterios organizaban su vida en torno a la oración y al trabajo manual, fuente de equilibrio, de realización humana y de sustento. Por ello se efectúan trabajos que permitan rezar, que no estorben la unión con Dios y la oración, que ha de ser continua durante todo el día. En general las tareas que se efectúan son artesanales y artísticas, también intelectuales, según las necesidades de las comunidades y las posibilidades económicas de los lugares en que las mismas están inmersas.
El silencio, el recogimiento, la vida fraterna en comunidad, el espíritu de penitencia y la austeridad, nos ayudan como buenos instrumentos para vivir agradando a Dios y para interceder eficazmente por los que luchan, sufren, aman, trabajan, esperan la consecución de un mundo mejor.
Nuestra vida es eminentemente apostólica, evangelizadora. Sin la oración que comunica fuerza, esperanza, alegría, los mejores esfuerzos de los hombres y mujeres de buena voluntad languidecerían.