Sor María Nora Díaz Cornejo o.p.
Dedicación de la Iglesia Santa Catalina de Siena 19.10.1890
Es hermosa nuestra Iglesia, con una noble belleza que es un auténtico símbolo y signo de las realidades sobrenaturales. Es ámbito propicio y silencioso donde se han sucedido tantas generaciones de monjas, dedicadas a adorar, interceder, alabar a Dios, a dejarse amar por Él. Contemplemos esta iglesia bella, que es signo silencioso en esta Córdoba de las monjas que oran constantemente.
Tardó más de 70 años en construirse y al terminar de edificarse la dedicó Monseñor Reginaldo Toro, obispo de Córdoba, el 19 de octubre de 1890, viviendo aquí sor Leonor.
Ella está enterrada en una de sus paredes…aquí, para ella este lugar era un cielo, donde siempre se comunicaba con Dios, el Amor de su vida, y recibía tantas gracias y era escuchada en sus peticiones.

¿Qué sentido tiene la dedicación de un edificio material a Dios? El edificio material nace de una necesidad práctica. La comunidad cristiana, para poder reunirse en asamblea litúrgica, busca un terreno y allí edifica una casa; de hecho, será una casa que llamamos iglesia, donde se reunirá la comunidad para alabar a Dios y celebrar los misterios de la fe, proclamar la Palabra de Dios, celebrar los sacramentos y vivir los servicios a la comunidad y a todas las personas que se acercarán, en especial el servicio de la caridad.
Cuando se acaba la construcción, aquella iglesia se dedica a Dios nuestro Señor y se le hace ofrenda de aquella obra construida por manos humanas, pidiéndole que su presencia llene aquel espacio, que así ha empezado, ya desde ese momento, a ser un espacio separado de lo profano para convertirse en lugar sagrado privilegiado para el encuentro de Dios con las personas y, también, imagen del templo espiritual hecho de piedras vivas, obra de Dios, donde habita el Espíritu Santo.
Así que, si se ha dedicado a Dios aquel edificio, no podrá ser usado para cualquier actividad, sino que, en principio, sólo ha de servir para aquello que lo define: su santidad y el testimonio que da, con su visibilidad, de la presencia cristiana en medio de este mundo.
Se ha querido destacar que la iglesia-edificio representa y significa la Iglesia-asamblea, formada por “piedras vivas” que son los cristianos, consagrados a Dios por su bautismo.
Entrada en la iglesia. Hay dos ritos que sobresalen:
La entrega de la iglesia: los delegados de aquellos que han trabajado en la edificación de la iglesia se la ofrecen al obispo.
La aspersión de la iglesia: el Papa bendice el agua y con ella rocía al pueblo, que es el templo espiritual, y después las paredes de la iglesia y el altar.
Liturgia de la Palabra: Se proclaman las lecturas y se desarrolla la homilía. A continuación, se reza el “Credo”. Y después, se cantan las letanías de los santos, que son una invocación a la Iglesia del cielo en momentos de especial significación en las celebraciones cristianas.
Tras el canto de las letanías, colocan las reliquias de algunos santos debajo del altar.
Seguidamente, tiene lugar la unción del altar y de las paredes de la iglesia, con óleo bendecido. Por esta unción, el altar se convierte en símbolo de Cristo, que es y se le llama el Ungido por excelencia, ya que ofreció, en el altar de su cuerpo, el sacrificio de su vida para la salvación de todos los hombres, ofrenda que continúa la redención del mundo por medio de la Iglesia. El altar es el centro de toda iglesia, en el que confluye todo el sentido de la dedicación.

La unción de la iglesia significa que ésta es dedicada por completo y para siempre al culto cristiano. Se hacen las unciones, en doce columnas para significar que la iglesia es una imagen de la Jerusalén celestial cimentada sobre los Doce Apóstoles del Cordero, construida con las piedras vivas que son los fieles.
En cuanto a la incensación del altar y de la iglesia, esto se hace para significar el sacrificio de Cristo, que allí se perpetúa sacramentalmente y cuyo aroma sube hacia Dios como ofrenda agradable que son las oraciones de los fieles. La incensación de la iglesia indica que ésta, por la dedicación, se convierte en casa de oración. Pero se inciensa, en primer lugar, al pueblo de Dios, que es el templo vivo, porque cada fiel es un altar espiritual.
La iluminación del altar, y de la iglesia, recuerda que Cristo es la Luz que se revela a las naciones y que la Iglesia brilla gozosa con esa luz.
Celebración de la Eucaristía. Esta es la parte más antigua y más importante de todo el rito de la dedicación. Con la celebración de la Eucaristía se manifiesta el fin principal de la edificación de una iglesia y del altar. La Eucaristía consagra el altar y el lugar de la celebración porque el altar es admirable, pues por naturaleza es una piedra, pero se convierte en santo después de que ha sostenido el cuerpo de Cristo.
Casi al final, se pide que la iglesia dedicada, sea un lugar donde los pobres encuentren misericordia y solidaridad en sus necesidades. Por ser cristiana, la dimensión de la caridad no puede estar ausente en ninguna iglesia.