La Santidad, un camino posible

Comentarios de las Lecturas. Domingo 18 de Agosto de 2019. 

Por Fray Mauro, Noviciado frailes Dominicos Mar del Plata. 

La Buena Noticia de este Domingo nos invita a caer en la cuenta del porque de nuestra existencia en esta vida, y quizás puedan resonar en nuestro corazón aquellas palabras “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre es perfecto (Mt 5, 48)”. El autor de la Carta a los Hebreos presenta una metáfora bellísima de este llamado a conocer, amar y cumplir la voluntad de Dios: la santidad como un camino. 

Esta cita que nuestro Padre nos hace no es una simple invitación, “Mira que estoy a la puerta y llamo (Apoc 3, 20)”, es mucho más que eso “He venido a traer fuego sobre la tierra (Lc 12, 49)”; Él ha grabado este deseo a fuego en nuestro corazón, para que los hombres “lleguen al conocimiento pleno de la verdad (1 Tim 2, 4)” y así, a la medida de nuestras capacidades junto con la gracia Divina, realicemos la voluntad de Dios que nos enseña siempre que nos “amemos los unos a los otros como él nos ha amado (1 Jn 4, 7)”. Cuando somos conscientes de este gran amor se produce en nuestra alma un gozo indecible que nos anima a transmitir a todo el mundo eso que hemos experimentado: “Lo que hemos contemplado, eso les anunciamos” nos dice San Juan.

Quizás pueda resultar para algunos un poco fuerte la afirmación de nuestro Salvador Jesucristo: “he venido a traer la división (Lc 12, 51)”, sabemos nosotros que hay algo que no es compatible en este camino hacia el cielo, y es el pecado. Una hermosa imagen nos presenta el Salmo (102) para comprender esta división de la que nos habla Jesús en el Evangelio “Como dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados”. Cristo nos quiere limpios y nos invita constantemente a confiar en la gracia Divina. San Pablo nos recuerda que “Nuestra lucha es contra los Principados y Potestades de este mundo ( Ef 6, 12)”, de modo que solos no podemos, pero depende de nosotros “cubrirnos con el casco de la esperanza y de la victoria (1 Tes 5, 8), es entonces cuando el cristiano debe acercarse a Cristo, acudir a los sacramentos, la oración y la Palabra de Dios, que es viva y eficaz y que cumple lo que promete.

Hoy día, por la misericordia que Dios tiene para con nosotros, debemos agradecer esta gran nube de testigos: santos, beatos, mártires, venerables que desde los inicios de la fe en Jesucristo, nos enseñan que ante todas las cosas de esta vida el amor a Dios y al prójimo estuvo, está y estará por siempre en primer lugar.

Personas que han consagrado y entregado toda su vida a la oración, al silencio y a la intercesión en favor de las almas son nuestro motivo para no decaer en la lucha. A todo esto, nada más elocuente que contemplar la santidad, la frescura y el colorido de todo su ser, de aquella hermosa mujer, María Santísima que con sencillez y humildad llevó en su seno virginal y dio a luz a la Palabra hecha carne, al que “en el principio era la vida y la Luz de los hombres (Jn 1, 4)”. Aquella mujer que el mismo Cristo nos pone como ejemplo eminente de libertad y obediencia, “Bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la conservan (Lc 11, 28)”, confiando en ella que nos lleva al encuentro de Cristo, participamos de su júbilo diciendo “Ave María”.

La santidad también para vos! 

Evangelio y comentario del Domingo anterior – El Evangelio 

Expectantes a la venida del Señor

 

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