Redacción Comunicación Monasterio Santa Catalina de Siena Córdoba.
Marisa Ponce es coterránea de la Venerable Sor Leonor de Santa María Ocampo. Tiene 39 años y toda su vida ha transcurrido en Sañogasta, tierra a la que describe como “el lugar más hermoso de la Rioja, un suelo santo”.
De sus padres heredó la profesión docente, la fe en el servicio a la comunidad; pero especialmente el conocimiento y la devoción a Sor Leonor. Tal es así que en un momento de mucho dolor para la familia, oró intensamente y confió en su intercesión.
Marisa: ¿Nos compartes tu testimonio?
El primer encuentro con la “sañogasteña”
“Cuando éramos niños y había misa, antes de llegar al templo la señora Beti Brizuela y Doria había construido “un monolito” donde, tal vez un poco por inocencia, respeto o costumbre, pasábamos y nos persignábamos. Y siempre con la curiosidad de qué había puesto, porque cada celebración tenía un motivo distinto -un pesebre, imagen de alguna santa o algún santo; pero también veíamos la imagen de una monja que doña Beti decía que era sañogasteña-. Con el pasar de los años fui conociendo un poco más de su historia, de sus padres, de su vocación”
La devoción: herencia paterna
“Una de las personas que me acercó a Sor Leonor fue mi padre, un hombre sencillo que conocía la historia entera de cada uno de los que vivieron y vivían en Sañogasta. Armaba árboles genealógicos de todas las familias y muchas veces me hablaba de esta historia que él sabía de manera oral, de la vida de Sor Leonor.
Cuando quedé embarazada de mi primer hijo, él me dijo que debía ponerle Amaranto, al igual que el padre de Sor Leonor. Cuando él enfermó le pedí tanto a ella (Sor Leonor) que no sufra, que así fue. Murió en paz en su casa, en su cama y rodeado de su familia.
A pesar de transitar una enfermedad muy dura y difícil, siempre nos preguntamos cómo fue que no mostró tanto dolor y quizás la gracia de “ella” intercedió para que no sufra.
El encuentro “casual” en Monasterio
“No busqué llegar ese día al Monasterio. Sí era un sueño conocerlo, pero no lo había planeado. Caminando esa mañana vi la foto de Sor Leonor y me acerqué. No estaba abierto pero la energía y lo que sentí fue especial, como encontrarme con una parte de la historia de mi pueblo, con una parte de mi.
De ella me atrae su entrega a Dios. Quisiera que la gente de mi pueblo se acerque, la conozca más y esté en sus oraciones para que su santidad llegue. La gente de mi Sañogasta aún no comprende lo magnífico que está gestando Dios para nuestro pueblo.
Creo que mi tierra es bendecida. Somos un pequeño oasis en la árida y seca La Rioja. Una tierra fértil y con mucha historia. Tal vez por ello Sor Leonor llevó esto en su esencia y seguramente cerca de Dios nos ayudará”.