“Desde la misma edad era muy devota del santo rosario, que por no ser capaz todavía de rezarlo sola, me acostaba a dormir y cuando lo rezaba la familia, que lo hacían todas las noches, pero tarde y como yo era tan pequeña, nunca me despertaban para rezar, porque creían que más querría dormir. Como Dios se agradaba del buen deseo de mi corazón y la Reina y Madre mía de mi afecto hacia ella, permitía que las voces de los que rezaban el rosario fuese una música la más dulce y tierna para mí y el gozo que me causaba este concierto me despertaba y al punto me arrodillaba a rezar con todos, pero siempre con pesar de que no me hubiesen despertado para rezarlo entero. (Memorias de sor Leonor).