Sor Leonor y Semana Santa

30.03.21  Por Monseñor José María Arancibia. 

La semana santa es un tiempo privilegiado de gracia y bendición. Y los cristianos queremos aprovecharla bien, aun en medio del trabajo intenso, o de limitaciones y riesgos, como sucede en pandemia. Ya el año pasado fue un verdadero desafío y lo será de nuevo en este 2021.

A los amigos de la venerable sor Leonor Ocampo OP, nos gusta volver sobre su ejemplo de vida y sus escritos. Aunque ella sólo nos dejó dos cuadernos de apuntes espirituales, con los cuales consultaba a sus confesores, acerca de favores divinos que recibía. Por tanto, la guía espiritual que puede ofrecernos, es limitada. No obstante, en ella encontramos varias e interesantes menciones de la semana santa. Por lo demás, siempre tenemos la riqueza de las lecturas bíblicas, de las oraciones propias de esos días, y la enseñanza de la Iglesia a través de santos y predicadores.

Con admirable memoria sor Leonor contó numerosos episodios de su vida; desde la niñez hasta su madurez en el monasterio. Y muchas veces anota que tal o cual hecho sucedió en días de semana santa o en el tiempo de Cuaresma. Se advierte, pues, que para ella eran tiempos importantes, como fiel laica y más aún como monja dominica.

Ella misma escribe que, durante la Cuaresma, ayunaba con rigor siendo aún menos que una adolescente. Es decir, mucho antes de estar obligada, y por libre voluntad, si bien las normas de aquella época eran más rigurosas que ahora. Además, asistía con gusto a las celebraciones y meditaciones de entonces, aunque dependía de quienes la comprendieran y acompañaran; cosa que no siempre lograba.

La pasión de Jesús la conmovía profundamente, en cualquier tiempo del año. Pasaba horas y noches enteras contemplando a Jesús en el Cenáculo, donde celebró la última cena; rezando en el huerto de los olivos; haciendo el camino doloroso hacia el Calvario; y en muriendo en la cruz por nosotros pecadores. Desde niña había seguido en su pueblo, y con tierna piedad, el rezo del Vía Crucis, hincándose de rodillas en la tierra pedregosa, para compartir los sufrimientos del Señor. Siendo religiosa preparó y mandó a su pueblo unas imágenes de un Vía Crucis, segura de avivar así la fe cristiana de su gente. Hoy también se reza esta devoción en los viernes de Cuaresma y sobre todo en Viernes santo; de modo que no sólo podemos seguirlo en las iglesias, sino en casa y en familia, o personalmente, a través de tantos medios modernos que se ofrecen. La cruz merece siempre un beso agradecido.

La pasión de Jesús la conmovía profundamente

En algunas ocasiones, sor Leonor manifestó cuales fueron sus inquietudes en semana santa. Una vez, al contar que de laica se afanó en preparar a un enfermo para que en esos días se confesara, superando su ignorancia y largo alejamiento. Otra vez, recuerda que siendo ya monja quiso ofrecer oraciones por sus hermanas que habían partido de este mundo. Y en una tercera, le pidió al Señor que en esos días santos le concediera Su amor. ¡Qué buenas sugerencias para vivir nuestra semana santa! Acercarse al sacramento de la confesión; rezar por las necesidades de tantos de vivos y difuntos que hemos conocido; rogar que nos convierta a Él de corazón, movidos por el amor misericordioso que Jesús muestra en su pasión y muerte en cruz.

Una visión de Pascua, como tantas con que Dios favoreció a sor Leonor, le permitió ver a Jesús resucitado como una luz maravillosa. Y es verdad que para todos, como leemos varias veces en la Biblia, Jesucristo es el Hijo de Dios que ha venido al mundo como una luz, aunque muchos han preferido seguir en la oscuridad. Y cuando Él anunció que debía padecer y morir, enseguida se transfiguró lleno de brillante blancura, para que tuviéremos confianza en su triunfo, en la resurrección, que es vida nueva y eterna para todos los que creen en Él.

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *