La muerte del obispo Esquiú en un sueño de sor Leonor

SOR LEONOR DE SANTA MARÍA OCAMPO Y EL OBISPO FRAY MAMERTO ESQUIÚ

Monseñor José María Arancibia

La Venerable sor Leonor de Santa María Ocampo OP, fue monja en el Monasterio Santa Catalina de Córdoba, desde 1868 hasta su muerte en 1900. Muchos años llevaba pues de religiosa, cuando el Venerable fray Mamerto Esquiú -que está por ser declarado beato- ocupó la sede episcopal de Córdoba, por un tiempo muy breve (1881-1883).

En su autobiografía, que pronto será ofrecida por entero, escribió algunos párrafos sobre su relación con este santo obispo. Cuenta primero que anunció a las demás monjas la muerte y sepultura del obispo, antes que esto sucediera. Porque en verdad, Dios había concedido a sor Leonor una vida de comunión con Él, tan intensa y continua, que aun en sueños mantenía largas conversaciones con Jesús, María y algún santo. Y en algunas ocasiones, en esos mismos sueños, recibía advertencias sobre hechos futuros, que ella consideraba un aviso no merecido de la providencia divina. Así lo dejó consignado en su escrito (paginas 157-158):

“Dos días antes que muriese el señor obispo Esquiú, inspirada en sueño por Dios, compuse una palma como las que se componen para el domingo de Ramos. Era de una palma muy blanca y la adorné con adornos muy finos, curiosos y negros; con una habilidad y gracia, ajena a mis aptitudes. Formé una letra eme de cinta negra muy rica y la coloqué en medio de la palma, con ricas y graciosas prendeduras. La llevé a la recreación y la mostré a las monjas.

Ellas se sorprendieron de ver esto y me dijeron admiradas: ¿Qué significa esta palma tan [158] preciosa? ¿Quién la ha hecho? Les respondí: Yo. Y ellas me replicaron: ¿Para qué, sin ser domingo de Ramos? Yo les respondí: Para anunciar la muerte del que entra. Y ¿quién es el que viene?, me preguntan. Yo les respondí: La letra negra lo indica. Porque quería decir Mamerto, y al ser negra quería significar, que entraría fray Mamerto Esquiú, pero muerto y con palma. Y vuestra paternidad sabe con qué palma entró”. 

P. Carlos Ponza. Sacerdote del clero de Córdoba.

 

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