134 años de la Consagración del Monasterio Santa Catalina de Siena por monseñor Reginaldo Toro.
El 19 de Octubre de 1890 monseñor Reginaldo Toro como Obispo de Córdoba consagraba la Iglesia del Monasterio Santa Catalina de Siena.
Con apenas 10 años de sacerdote monseñor el padre Reginaldo Toro es nombrado por el Obispo confesor de las monjas del Monasterio Santa Catalina de Siena en el año 1885. A las monjas catalinas las visita en 1891 un año después de la consagración del templo.
“Al fin todo estaba listo para la consagración y dedicación que haría fray Reginaldo Toro, el actual Obispo de Córdoba. La ceremonia de la dedicación de la iglesia de las Catalinas, que había durado más de cuatro horas, había estado espléndida. No faltó detalle”.
“Para las monjas y para muchos fieles, era la iglesia más linda de Córdoba por su estilo clásico renacentista. El órgano dejó oír las melodías gregorianas que elevaban el alma a Dios y los altares cubiertos de manteles, velas y flores, pusieron el acento especial de la espiritualidad dominicana: Santo Domingo, Santo Tomás, Santa Catalina, San Pedro de Verona, Santa Rosa de Lima, Santa Inés de Montepulciano y Santa Catalina de Ricci parecían haber participado vivamente, exultando de alegría. Por el momento cielo y tierra unieron su liturgia. El incienso llenaba el aire del templo, ungido de perfume celestial” (libro Sor Leonor de Santa María Ocampo – Una flor de Dios en la Argentina. Autora: sor María Nora Díaz Cornejo O.P).
Comunica aquí la gracia recibida por sor Leonor
Esta nueva Iglesia, estuvo varias décadas en construcción y, dado su tamaño y ornamentación, se tardó mucho en terminarla. Reemplazaba a una iglesia más pequeña, construida en el siglo XVII, que estaba en la esquina de las actuales calles Deán Funes y Obispo Trejo. Templo que había servido en varias ocasiones de Catedral, cuando ésta se encontraba en edificación o reparación.
Ese día la Casa estaba de fiesta y se recuerda que estando en el Jardín, sor Leonor desayunó una cuantas empanadas que acompañaba con mate (en ese momento se comía una sola vez al día por la observancia del ayuno). En eso algunas monjas la vieron y asombrada le preguntaron “¡Pero sor Leonor! ¿Qué está comiendo usted?” Y mostrándole las empanadas, les dijo: “Es para seguir al Cordero”. La respuesta de sor Leonor les causó mucha gracia…, era una monja con mucha chispa.. con esta respuesta justificó la buena comida que disfrutó en un día de fiesta para la Casa.